
La Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y UNICEF promovieron la realización del seminario “Ampliación del Tiempo Educativo: Sentidos, Experiencias y Desafíos”, una instancia de intercambio y reflexión que reunió a educadores, especialistas y autoridades.
Durante la apertura del seminario, el presidente de la ANEP, Pablo Caggiani, destacó que Uruguay tiene algunas décadas de experiencia en lo que refiere a la extensión del tiempo educativo. En este sentido, indicó que tanto en la escuela como en la educación Media, conviven distintas modalidades de ampliación. También señaló que en 30 años las formas de extensión del tiempo pedagógico alcanzaron tan solo a un 25% de la matrícula, cifra que esta Administración se propone aumentar ostensiblemente.
“Esto implica un ejercicio de pensar cuáles son las formas en que les proponemos a los gurises cosas que sean significativas, que les permitan desarrollarse, enriquecerse, transitar y circular en este tiempo”, reflexionó.
Caggiani destacó que es necesario estudiar no solo las experiencias de extensión del tiempo pedagógico desarrolladas al interior del sistema educativo formal, sino también aquellas promovidas por el INAU, MEC, municipios, intendencias, sociedad civil o clubes de barrio.

“Estamos en este trabajo de ver qué se moviliza ahí, qué información, un régimen particular de cuidados, alimentación y eso es parte de un activo que podremos dejar hacia delante: ordenar las experiencias que funcionan bien, corregir las que tienen alguna debilidad y construir nuevas formas sobre la base de lo que alguien ya está haciendo”, subrayó.
Por su parte, el representante de UNICEF en Uruguay, Francisco Benavidez, afirmó: “Hay muchos retos en la sociedad uruguaya y en algunas de las apuestas que están haciendo, vemos que se puede hacer un cambio de largo plazo que beneficie a chicas y chicos. La extensión del tiempo pedagógico es una apuesta que Uruguay hizo y no es nueva, y de la cual podemos aprender bastante”.
“La extensión del tiempo educativo exige coordinación, recursos y métricas claras. Desde UNICEF proponemos tres criterios: empezar por donde tiene mayor impacto, ser flexibles según el territorio y asegurar que no sean experiencias aisladas”, puntualizó.
La directora sectorial de Integración Educativa de la ANEP, Gabriela Pérez, dijo: “Nuestro grupo de trabajo expresa una sintonía en torno a algo que es de lo más compartido, que es que docentes y educadores necesitamos y bienvenimos las instancias de intercambio y reflexión”.

Sentidos del tiempo educativo
Soledad Poggio y Jorge Larrosa expusieron acerca de los sentidos del tiempo educativo, centrándose principalmente en el liceo.
Los académicos señalaron que muchas veces “de lo que se trata es de volver a pensar los orígenes de las instituciones, cuáles fueron los fundamentos que los crearon y, quizá a partir de ahí, revitalizar algunas de sus funciones y pensar algo de su permanencia”.
Poggio y Larrosa ofrecieron recomendaciones para incorporar al diseño de las políticas educativas de extensión del tiempo pedagógico. En primer lugar afirmaron: “En la medida de lo posible, se debería tender a la obligatoriedad de los recorridos y no a la optatividad”.
“El liceo no debe convertirse en un espacio que acentúa la separación de los destinos sociales sino por el contrario y como lo ha sido hasta ahora, un espacio para la convivencia pública entre personas diferentes. Además, la obligatoriedad de algunos recorridos exige de un mundo adulto que se toma en serio la responsabilidad de pensarlos y de seleccionar unos y no otros”, sostuvieron.

En segundo lugar manifestaron que: “Es tan importante lo que se les ofrece a los jóvenes o a los niños, como aquello de lo que se les resguarda. Si verdaderamente queremos que la escuela sea un tiempo suspendido, separado de lo social, un tiempo para la formación de la atención al mundo, es necesario no sólo la separación del trabajo sino también la erradicación de las pantallas”.
En tercer lugar hicieron hincapié en proteger la calidad cívica. “Si de verdad creemos que el liceo prepara para la conversación pública respecto de los destinos de todos, a lo que llamamos democracia, es fundamental que si se extiende el tiempo pedagógico sea para la lectura, la escritura y las artes del estudio. Y las artes del estudio no sólo en su función propedéutica para los estudios superiores, sino como la formación de una relación atenta con el mundo”.
Por último, resaltaron la distinción entre el aprendizaje y el estudio. “Sabemos que hay aprendizaje en muchos espacios de lo social, pero en la escuela ese aprendizaje toma la forma del estudio. Estudiar requiere una cierta lentificación del tiempo, de la vida y de ciertas operaciones sobre las materias a las que podríamos llamar ejercicios escolares. Ahí los saberes del mundo se dramatizan, se ordenan, se jerarquizan y se verifican públicamente”.
“Nuestra recomendación sería observar con amor la forma en que las asignaturas disponen el mundo para su estudio e integrar, en la medida de lo posible, estas artes para que el tiempo sea verdaderamente pedagógico y no otra cosa”, concluyeron.

Discusión plural
Clarisa Flous centró su presentación en “La forma liceal y el derecho a la educación. Aspectos desde el análisis de la política de Tiempo Extendido en educación secundaria en Uruguay”.
“Desarrollar el tiempo extendido resulta una posibilidad de problematizar los sentidos de la política en educación secundaria. Se constituye, al menos parcialmente, en una política y espacio que habilita otras formas de hacer liceo, contribuyendo a los procesos de democratización educativa”, planteó.
La académica instó a ampliar la mirada en “la forma liceal como categoría analítica y en lo singular, local, histórico de cada liceo y su comunidad de actores”.
También resaltó la importancia de la investigación y discusión en torno a esta temática, ya que constituye un espacio fundamental para profundizar los debates y el desarrollo conceptual sobre el tiempo y el espacio pedagógico, y acerca de los liceos como espacios educativos públicos y de ejercicio de derechos.

Por su parte, Felipe Stevenazzi expuso su ponencia: “Tiempos pedagógicos en lo escolar, posibilidades, necesidades e impertinencias”, en la que convocó a los educadores a reelaborar sus propuestas de enseñanza, “un espacio sobre el que podemos intervenir”.
“Tenemos que poder pensar sobre nuestras prácticas de enseñanza. Es lo que podemos controlar, para que a partir del control y la intervención sobre nuestras prácticas de enseñanza, si todo sale bien, podamos tener mejores y mayores aprendizajes”, afirmó.
Stevenazzi también reflexionó acerca de las relaciones que el sistema educativo propone en torno a la participación y la autonomía. “Tanto en términos organizativos como en términos pedagógicos, creo que hay una doble dimensión de estas dos palabras que son traccionadas para todos lados y que necesitamos reposicionar”, opinó.
“Tenemos que celebrar que estamos pensando en la ampliación de los tiempos educativos desde una pluralidad de formas escolares procurando superarlas. Es una oportunidad de arriesgarnos a pensar y practicar otras formas de vínculo institucional, social y cultural con lo educativo, desde una intencionalidad pedagógica clara. Ampliar lo educativo como posibilidad de prácticas más colectivas, democráticas y solidarias”, sostuvo.

Miradas regionales
La presentación de Pedro Núñez estuvo enfocada en la experiencia escolar juvenil. El académico planteó la importancia de revisar cómo viven los estudiantes la organización del tiempo educativo y se preguntó: “¿Qué pasa cuando uno experimenta el pasaje de la Primaria a la Secundaria? ¿Qué implica en términos de aprender a gestionar el tiempo y en cuanto al esfuerzo? Y cuando les proponemos tiempo extendido, ¿qué esfuerzos les vamos a pedir? Ojo con colonizar el tiempo de las infancias y las adolescencias, porque quizá desde el mundo adulto pensamos que todo lo que les proponemos es maravilloso, y hay un tiempo de curiosidad, de pantallas incluso, que es necesario para que lo escolar sea valorado”.
Núñez indicó que si no se destina un tiempo de ocio “por fuera del mandato adulto”, podrá producirse más oposición desde el mundo juvenil que cercanía.
En este sentido, recomendó analizar muy bien cómo combinar distintos tipos de aprendizaje. “¿Qué contenidos ofrecemos? ¿Cuánto de escritura, de juego, de deporte? ¿Cuánto de no hacer nada? La pregunta clave es: ¿todo lo tiene que hacer la institución educativa? ¿Cómo logramos articular con lo que ya se hace en el territorio, con otras propuestas, con experiencias significativas que efectivamente impliquen una nueva hospitalidad?”, inquirió.

Por otro lado, Axel Rivas expuso acerca de “Experiencias internacionales de extensión de la jornada escolar: Aprendizajes y dilemas”. El experto comenzó repasando algunas iniciativas chilenas, “en las cuales se amplía el tiempo escolar, inclusive se duplica, y los resultados de aprendizaje no cambian. Eso también es parte de una alarma. Es probable que no haya sido bien aprovechado y canalizado ese tiempo, que incluso sea una forma de desgaste del propio proceso de enseñanza y aprendizaje. Es decir, no hay una linealidad entre tiempo y aprendizaje”.
Luego se refirió a la experiencia bonaerense de extensión del tiempo educativo impulsada a partir de 1957. El especialista dio cuenta que en la actualidad, casi la mitad de las escuelas de Buenos Aires son de jornada completa. En el Norte de la ciudad, entre 6 y 7 de cada 10 niñas y niños asisten a escuelas de jornada completa, mientras que en el Sur, solo 3 de cada 10 escolares.
En este sentido, atribuyó la diferencia de cobertura a la carencia de criterios de planificación, anticipación y equidad social. “Esto puede generar una ampliación de la brecha, porque probablemente la extensión llegue primero en sectores más aventajados y termine siendo parte de una política de acomodación edilicia. Por ejemplo, falta una cantidad de alumnos, empezamos a ver grupos que ya no son de 25 o 30, sino de 10 a 15 alumnos por turno, y empieza a ser casi una tentación inevitable fusionar esos dos turnos y convertir esa escuela en jornada completa”, fundamentó.
Además, el académico presentó la exitosa experiencia del estado de Pernambuco en Brasil, con la incorporación de las escuelas de tiempo integral que describió como “un proceso muy controlado. Empezaron con 40 escuelas piloto, designadas especialmente porque tenían equipos directivos con mucho potencial, mucha capacidad y empezaron a trabajar con un modelo muy consistente y con mucha evaluación del proceso”.
Otra de las características de este modelo reside en el diseño metódico de los cargos docentes. “Es necesario encontrar la cantidad de horas de clase y de pertenencia institucional que permitan un puesto integral de trabajo en una escuela, sin un desgaste excesivo de horas docentes, eso también requiere recursos”.
Por otro lado, destacó el proceso de coordinación curricular que llevan adelante en estos centros educativos. “Lo que uno podría llamar más tiempo, antes que nada, es más tiempo de planificación. Esta es la idea central de Pernambuco. El tiempo de planificación es un tiempo de mayor armonización entre profesores, temas, materias y para buscar el sentido”.
“Llegar a la escuela de tiempo integral es vivido como un antes y un después. La escuela hace un proceso de preparación, lo que llaman recibimiento, con otra escuela de jornada completa. Trabajan durante todo un año en aprender de las dinámicas y en llegar al momento con un gran antes y después, para que sea una oportunidad donde haya una revisión completa del proyecto educativo de la escuela”, destacó.

Rivas brindó algunas recomendaciones para que el proceso sea exitoso. En primer lugar, afirmó que es preciso definir claramente cuál es el propósito y el sentido de la extensión del tiempo.
En segundo lugar, explicó que es importante poner en relación a los centros educativos que participan de una experiencia ya sea piloto o masiva con el resto del sistema educativo.
También hizo un llamado a afrontar el dilema de la selección de los primeros centros, “hay que evitar caer en la tentación de la más fácil y tratar de apuntar al combo ideal: directivos con mucha capacidad y un contexto social con mucha necesidad”.
En cuarto lugar señaló: “Conviene tratar de generar experiencias umbrales, es decir un antes y un después en la escuela que entra en la jornada extendida completa o ampliación del tiempo, porque tiene que ser un motor de reflexión y transformación en la escuela y en la comunidad”.
Además, analizó: “A nivel del territorio un poco más amplio, uno puede tener bastante precisión de la cantidad de alumnos que habrá en cada año de Primaria y Secundaria en los próximos 10 años, entonces es una gran oportunidad para planificar el uso de los recursos”.
Por último, dijo que es clave analizar los espacios electivos que forman parte de las experiencias de tiempo extendido, ya que si bien son elegidos por los estudiantes, muchas veces pueden presentarse abandonos repentinos o pérdida de interés. “Hay que encontrar un punto de equilibrio en el cual esa periferia tan potente lo sea a partir de una cierta institucionalización, donde los alumnos tienen una serie de trayectos que pueden elegir, pero que se convierten en parte de su trayecto obligatorio. Entonces hay que encontrar ese punto del lazo para que haga más fuerza de tracción y se convierta en algo también más valioso en el sistema”.

Espacio de cuidados
En el cierre, el director ejecutivo de Políticas Educativas de la ANEP, Antonio Romano, señaló: “No podemos olvidarnos que las propuestas de tiempo pedagógico ampliado vienen de la mano de ampliar el espacio de cuidados. Negar esto sería como negar la propia existencia”.
“Entonces acá tenemos una tensión, porque si el tiempo del cuidado no puede ser compatible con el tiempo de lo pedagógico con lo educativo, tenemos una discusión que me parece importante: en qué medida desarrollar tareas de cuidado en las instituciones educativas nos descentra de lo pedagógico. Esta es una discusión que se ha planteado durante mucho tiempo, que tiene que ver con cuál es el foco de la institución educativa y cómo la pensamos”, reflexionó.
Por su parte, Lucía Dabezies, de la Dirección Sectorial de Integración Educativa de la ANEP, resaltó la importancia del seminario, “que se configura como una instancia en la cual colocar el tema en conversación prioritario para la Administración Pública, porque es una prioridad pensar en la construcción de la política de ampliación del derecho a la educación, pensar las formas en las cuales mejorar las oportunidades educativas, la igualdad mediante la ampliación del acceso a diversos formatos escolares e iniciativas que brinden experiencias de aprendizaje significativas para nuestros estudiantes”.